La sabiduría de las multitudes o el principio del buey de Galton
Reproduzco aquí, por su actualidad, este artículo que publiqué en el año 2015 y titulado "La sabiduría de las multitudes o el principio del buey de Galton".
James Surowiecki: "los grandes colectivos son más inteligentes que la minoría selecta, por brillante que ésta sea, cuando se trata de resolver problemas, promover la innovación, alcanzar decisiones prudentes, e incluso prever el futuro".
Corría el año 1906. Es una lluviosa mañana de otoño. Sir Francis Galton sale de su casa en Plymouth para visitar la Feria de Ganado. Se celebra la "West of England Fat Stock and Poultry Exhibition" y, como cada año, los agricultores locales se reúnen allí. Además de hacer negocio, llevan sus mejores piezas a competir en el concurso anual. Aunque Galton tiene ya 85 años, le puede la curiosidad y, con su mozo, toma el carruaje y se acerca a la Feria. Allí todo es como cada año. Lo más selecto del condado de Devon se ha dado cita. Galton les saluda amablemente mientras pasea entre hileras de animales, y se detiene frente a un enorme buey. Quizá sea de raza Hereford, o igual Aberdeen-Angus: "come on; let’s take a look". Pero lo que más llama la atención de Galton es su tamaño. De hecho, hay un concurso: adivine cuánto pesa el buey por seis peniques. Hasta 800 personas han apostado (algo muy inglés). Desde hace mucho que Galton está fascinado por la estadística. Así que le pide al tipo que recoge las tarjetas que le deje copiar los valores que se ha ido apostando. Uno tras otro, Galton anota los valores de las tarjetas en un cuaderno; suma tras suma, calcula la media de las apuestas hechas por 800 tipos a ojo. Resultado: 1.197 libras. Peso real: 1.198 libras.
Este episodio, transformado en principio, es conocido como "El buey de Galton" y ha generado mucha literatura. De hecho, ya en 1907 el propio Galton publicó el caso en la revista científica Nature. Si bien la figura de Galton sobrepasa la anécdota, fue uno de esos brillantes científicos autodidactas y renacentistas que florecieron en el XIX, y este principio se usa como ejemplo de los beneficios que implica una buena colaboración. Lo recuerda James Surowiecki en su best-seller "The Wisdom of Crowds" (La sabiduría de las multitudes). El libro traducido aquí como "Cien mejor que uno" propone una idea interesante. Dice Surowiecki que "los grandes colectivos son más inteligentes que la minoría selecta, por brillante que ésta sea, cuando se trata de resolver problemas, promover la innovación, alcanzar decisiones prudentes, e incluso prever el futuro".